Luna Bailia nace desde el fondo de mi corazón. Plasmo en letras el amor, desamor,sueños, vivencias, memorias y recuerdos que han marcado mi vida y la de aquellos que han caminado a mi lado.
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domingo, 26 de enero de 2025
2 Cartas de amor
sábado, 25 de enero de 2025
lunes, 11 de marzo de 2024
El cajón de madera
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Mi abuelo paterno Gilberto Cañas. Finca La california - Sopetrán |
Mi abuelo pasaba las tardes pelando y fritando papas para cuando fuera la salida de los estudiantes del colegio. Mientras realizaba sus labores yo me sentaba junto a él para escuchar las voces tan raras que sonaban en un antiguo cajón de madera que él poseía y era prohibido tocar;Pobre del que se atreviera a coger tan majestuoso tesoro.
Siempre escuchaba a un tal Montecristo que hablaba con una señora llamada Pochocha, lo más extraño para mi,era que a mi tía le decían pochocha pero no hablaba como la mujer de aquel cajón. A veces a escondidas me montaba en un butaco a mirar por los orificios de este aparato , pero no veía a las personas que vivían allí, lo que sí recuerdo era un olor muy peculiar que despedía dicho artefacto y que me era muy agradable.
Un día la caja mágica desapareció y fue reemplazada por un pequeño cajón de plástico donde sí se veía la gente, pero ya no está Montecristo, ni Pochocha.
Ya no está el abuelo, y ahora sé que ese cajón que no suena por lo descompuesto y añoso, es un radio transistor de tubos y que conservo como un tesoro que le perteneció a mi viejo.
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Viejo radio de tubos familiar |
(Hilena C.M)
1 marzo del 2024
jueves, 26 de octubre de 2023
Un salpicón de olores y sabores
Para llegar al Sinaí lo primero que me encuentro con una calle transitada, vehículos que van a toda prisa de lado a lado, vendedores ambulantes y comercio organizado. Esta es la Avenida Carabobo o carretera vieja como le solían llamar mis abuelos.
La luz del semáforo cambia, logró atravesar la húmeda calle y me adentro al barrio por un callejón amplio, pavimentado, que se va estrechando como un embudo hasta llegar a un tramo empedrado que se vuelve un pantanero al caer la lluvia. Este lugar es Tres Esquinas, allí se divide el barrio por sectores: Los Fundadores, El Arenero y La Sede, que es para donde yo me dirijo.
La entrada a este sector es un pasaje corto formado por las grises paredes de las casas que están a su costado y tan angosto que si dos personas se cruzan al pasar, obligatoria-mente tienen que parar y mirarse a los ojos.
Al fondo me encuentro un cubo levantado con adobes y tejas de zinc. Es la Sede Comunal, cuyas puertas y paredes nos dejan ver el paisaje del barrio, que uno de sus habitantes dibujó y que ahora está desgastado por la intemperie.
Este es el lugar que le da la bienvenida a este tramo del Sinaí, pero también es el espacio de encuentro para hablar del territorio, realizar talleres de formación con los habitantes del barrio o celebrar reuniones familiares.
La Sede es un conjunto de callejones angostos que se cruzan unos con otros para formar laberintos con casas a lado y lado, de dos y tres pisos, tan juntas las unas de las otras que los tendederos de ropas en sus balcones parecen bailar al compás del suave movimiento que el viento les da y la variedad de géneros musicales que compiten al que más duro suene. Los bafles y picó son los que me dan la bienvenida a este salpicón de sonidos y olores. La champeta, vallenatos, salsa-choque, rancheras y el reggaeton, se mezclan con el olor a frijóles, pescado, sudao, sancocho y hasta arroz quemado.
Los vecinos del barrio son un puñado de culturas: costeños, paisas, venezolanos, afrodescendientes y uno que otro llegado del interior, en su mayoría desplazados de sus territorios por la violencia o falta de oportunidades.
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Callejón del Sinaí, Sector la Sede. |
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Rio Medellín visto desde el Barrio Sinaí. |
Estoy en la casa de Emadis Foliaco, cartagenera de nacimiento con descendencia italiana, criada en San Juan de Urabá. Es madre de tres niños y una esposa amorosa, cuidadora de los suyos. Desde muy niña aprendió a defenderse en las labores de la casa, ya que pilaba el maíz y se encargaba de la cocina. Es quizás por eso que todas sus preparaciones se destacan por su gran sazón.
Emadis vivió muchos años en Venezuela, allí conoció al padre de sus hijos, otro costeño que también se fue al vecino país en busca de mejores oportunidades, pero deciden regresar por la difícil situación que allí se presentó.
Mientras me tomo un helado y delicioso jugo de mango verde, Emadis, me cuenta como muchas mujeres del barrio también hacen maravillosas preparaciones y es por esto que los callejones de la Sede se convierten en un carnaval de olores: Arepas de huevo, caramañolas, frijoles, sancocho, caraotas, mazamorra, arroz con coco y pescado frito, que nos llevan por un paseo olfativo por diferentes culturas y tradiciones.
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Callejón que conduce a la estación Tricentenario. Barrio el Sinaí |
sábado, 20 de mayo de 2023
Llegaste a mí
Aquí estás,
cual brazo abierto,
refugio apacible.
Solo tú
dulce murmullo
que brinda calma
en mis días intranquilos.
Me acogeré a ti
cual solitaria estrella en el infinito,
en un espacio sin límites
reservado para los dos.
jueves, 18 de mayo de 2023
Mi triste despedida.
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Juan David, Camilo y yo, tres días antes de que nuestro amado se fuera para siempre. |
lunes, 27 de marzo de 2023
Sabor a historia
Puño y letra del poeta Ramíro Tejada. Fotografía:Hilena. |
Cuando el papel se sienta solo,
cuando la pluma se enamore,
cuando el tintero se apasione,
cuando la imaginación vuele libre por el aire,
cada quien se hará como un niño,
cuando un libro se devore,
metido entre sus páginas
disfrutando sus sabores.
Sabor a fantasía,
amor y desamores.
Sueños de cohetes y
demonios aterradores.
Cuando el papel se sienta solo,
cuando la pluma se enamore,
cuando la tinta se derrame,
una nueva historia nace.
Hilena
Enero 7/2006
Amigo mío, el mazamorrero del barrio
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Gabriel El mazamorrero del barrio Fotografía: Hilena |
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Amigo mío, esquina de la 99 con 49 Fotografía:Hilena |
Son las nueve de la mañana. El sol calienta el asfalto y las calles están llenas de vida. Los buses de trasporte público, las motos y demás vehículos que transitan el barrio van de lado a lado con sus motores y pitos estruendosos y entre ellos se escucha un tambor improvisado acompañado de un alegre pregón.
Gabriel o amigo mio como suelen llamarlo es un hombre de estatura baja, piel trigueña un poco dorada por el sol, muy bien vestido: pantalón de prenses, camisa a cuadros y una gorra para protegerse del sol.
Él un hombre berraco, trabajador, simpático, educado y muy conversador. Siempre se le ve sonriente, tiene una energía muy bonita que trasmite a todos los que lo conocen. Su forma de saludar es muy sonora: —Amigo mio. Negrita. Mi niño—. Ese saludo va acompañado de sus pregones y cánticos —Tinqui titinqui tin-tin—. Negraa, ¿qué será lo que quiere el negro?—.
Él no solo es un habitante del barrio; es el vecino y amigo que siempre tiene un consejo, una frase inspiradora, un remedio casero o una oración para las personas que lo necesitan, además vende la mazamorra más deliciosa, ideal para almorzar o tomar el algo.
Todo empezó años atrás cuando don James lo invitó a experimentar esta locura en el barrio Andalucía.
Allí estaba Gabriel al lado de este señor alto y con una voz que se distorsionaba al gritar, aprendiendo el oficio de mazamorrero, sudando del susto y pensando en abandonar esa labor, pero como a él le enseñaron que todo lo que el hombre piensa y desea es posible, se arriesgó porque para él la terapia más linda en la vida es salir a trabajar.
A las nueve o diez de la noche pone a coser a fuego lento el maíz. Al día siguiente lo apaga tipo siete u ocho de la mañana, la sirve en las tinajas y carga su nave, un pequeño carro de cuatro llantas y dos niveles hecho especialmente para trasportar este maravilloso manjar. No importa si llueve o hace sol, para él lo que importa es que sus clientes reciban la deliciosa mazamorra que ha preparado con tanto amor. Es así como cuando la gente escucha desde lo lejos pregonar —Negra, ¿qué será lo que quiere el pueblooo? Ma-za-mooorra, pa-ne-li-ta, bo-ca-di-llo— y sale con la olla a comprar, y si va por la calle y se antoja, él le vende el vaso de dos mil con leche, bocadillo y ñapa.
Esa es la vida de este hombre al que todos conocen y quieren. Un negrito simpaticón que recorre las calles de Santa Cruz, cantando y disfrutando lo que hace de una manera bacana y sonriente.
Mi anhelo
Anhelo explorar tu cuerpo. Sin tiempo, Sin límites, Porque mi huella en tu piel dejare, Porque siempre te amare. Anhelo fundirme en ti, Como...
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Barrio el Sinaí, sector Fundadores Ph:Hilena. En esta planicie podremos construir nuestras chozas y así lo hicimos, aprovechamos los recurso...