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lunes, 11 de marzo de 2024

El cajón de madera



Mi abuelo paterno Gilberto Cañas.
Finca La california - Sopetrán

La casa de los abuelos tenía un jardín inmenso, en él había un árbol grande y frondoso de granada y otro de eucalipto tan alto, tan alto, que por poco llegaba al cielo; También había una tienda de abarrotes donde vendían papas fritas con
moresco de naranja. Imposible olvidar el delicioso sabor de ese concentrado sobre la escarcha que raspaba a escondidas de la vieja nevera.

Mi abuelo pasaba las tardes pelando y fritando papas para cuando fuera la salida de los estudiantes del colegio. Mientras realizaba sus labores yo me sentaba junto a él para escuchar las voces tan raras que sonaban en un antiguo cajón de madera que él poseía y era prohibido tocar;Pobre del que se atreviera a coger tan majestuoso tesoro.

Siempre escuchaba a un tal Montecristo que hablaba con una señora llamada Pochocha, lo más extraño para mi,era que a mi tía le decían pochocha pero no hablaba como la mujer de aquel cajón. A veces a escondidas me montaba en un butaco a mirar por los orificios de este aparato , pero no veía a las personas que vivían allí, lo que sí recuerdo era un olor muy peculiar que despedía dicho artefacto y que me era muy agradable.

Un día la caja mágica desapareció y fue reemplazada por un pequeño cajón de plástico donde sí se veía la gente, pero ya no está Montecristo, ni Pochocha.

Ya no está el abuelo, y ahora sé que ese cajón que  no suena por lo descompuesto y añoso, es un radio transistor de tubos y que conservo como un tesoro que le perteneció a mi viejo.

Viejo radio de tubos familiar


Ilda Elena Cañas M
(Hilena C.M)
1 marzo del 2024

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